además de nuestro ojos, nuestros oídos y nuestra nariz, la piel es uno de nuestros órganos sensitivos más importantes, ya que con ella logramos explorar lo que nos rodea, palpando,y así identificamos las cualidades de los objetos, también podemos sentir la presión, si algo está muy caliente o muy frió, las cosas ásperas o suaves y muchas cosas más.
El sentido del tacto es uno de los cinco sentidos básicos del ser humano, en la piel hay varios tipos de receptores nerviosos los cuales se encargan de transformar los diferentes estímulos que se obtienen del exterior y convertirlos en información que el cerebro interpretará. Y gracias a sus antenas sensibles percibimos matices mínimos.
Un apretón de manos amistoso, una caricia leve del pelo, un beso cariñoso, y otras maneras de contacto o roce despierta sentimientos en todos nosotros y aportan a nuestro bienestar. Lo que nuestra piel siente está relacionado con lo que nosotros sentimos en nuestro interior. Además, nuestro sentido del tacto nos aporta información bastante importante acerca de nuestro entorno y nos da una advertencia de los posibles peligros.
Nuestra piel es elástica, también impermeable y es un aislante térmico muy bueno, a la vez es también un órgano sensitivo muy importante. (funciones de la piel)
En el interior de nuestra piel hay células sensoriales que son bastante sensibles a las influencias del exterior como la presión, el calor o el frío; éstas registran inmediatamente los estímulos y los transportan en forma de impulsos eléctricos a través de las vías nerviosas hacia la corteza cerebral, y en la corteza se procesan. La piel o las mucosas de las partes más sensibles de nuestro cuerpo, como en la cara que se encuentran nuestros labios, la lengua y las manos, sobretodo la punta de los dedos, tienen una red bastante densa y especialmente de células sensoriales. Entonces, por ejemplo, las puntas de nuestros dedos pueden captar las presiones ínfimas que desplazan la piel sólo por milésimas de segundos, en cambio en otras partes de nuestro cuerpo, tales como la espalda o nuestros muslos, el umbral del estímulo es mucho más alto .
Una célula sensorial estimulada en la punta de los dedos basta para transmitir un impulso nervioso a el cerebro humano. En la espalda, es al contrario, hace falta una serie de impulsos de diferentes células para que nuestro cerebro lo advierta.
También, un estímulo táctil sobre la punta del dedo tarda sólo milésimas de segundos en ser procesado y el cerebro humano queda libre para calcular y registrar el estímulo que viene luego. La alta velocidad del procesamiento de los estímulos táctiles transformar nuestra mano en una herramienta rápida y precisa. Al permanecer el contacto con la piel aparece un efecto de adaptación que hace que en poco tiempo acaben los impulsos nerviosos. Si esto no fuera así, todos tendríamos mucha dificultad al momento de coser, o clavar una puntilla en la pared, ya que el estímulo táctil permanente desviaría la atención de nuestra verdadera tarea.
Las diferentes células receptoras de nuestra piel están especializadas en diferentes estímulos. La estructura más simple que pertenece a las terminaciones nerviosas libres. Su umbral de estímulo es tan alto que sólo responden a las presiones y los dolores mayores. Hay otras fibras nerviosas que facilita el sentido del tacto, terminan en estructuras y en órganos especiales. Estos órganos especiales son, el corpúsculo de Meissner por ejemplo, o el disco de Merkel, que se ubican con mayor abundancia en las puntas de los dedos, en nuestras palmas de las manos y en las plantas de los pies, también en nuestros labios. Esas estructuras u órganos replican a los pocos desplazamientos de la superficie cutánea. También hay otros órganos sensitivos de la piel, tales como los corpúsculos de Pacini, los cuales reaccionan muy bien con la presión y con las vibraciones.
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